viernes, 24 de junio de 2011

Pecados tan dulces que merecen el perdón



PECADOS MÁS DULCES QUE UN ZAPATO DE RASO (CARTA A NIEVES)

Avaricia de tus besos
Pereza de vivir sin tí
y la Ira de sentirte lejos de mí.

Soberbia de saberme
elegido por tu corazón
Humildad para reconocerte la mejor.

Son pecados tan dulces que merecen el perdón
son pecados más dulces que un zapato de raso, mi amor.

Envidia del sudor
que emana ardiente de tí
Gula por comer tu vientre de satín.

Lujuria abrasadora
que me hace presagiar
la tristeza más conmovedora si te vas.

Son pecados más dulces que merecen el perdón
son pecados más dulces que un zapato de raso, mi amor.

Avaricia de tus besos
Pereza de vivir sin tí
y la Ira de sentirte lejos de mí.


(Eduardo Haro Ibars  y Jaime Urrutia)

miércoles, 8 de junio de 2011

Libros y prostitutas, de Walter Benjamin

NR. 13.

Treize -j'eus un plaisir cruel de m'arrêter sur ce nombre.
Marcel Proust

Le reploiement vierge du livre, encore, prête à un sacrifice dont seigna la tranche rouge des anciens tomes; l'introduction d'une arme, ou coupe-papier, pour établir la prise de possession.
Stéphane Mallarmé

I. Los libros y las prostitutas pueden llevarse a la cama.


II, Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo.


III. Nadie nota en los libros ni en las prostitutas que los minutos le son preciosos. Sólo al intimar un poco más con ellos, se advierte cuánta prisa tienen. No dejan de calcular mientras nosotros nos adentramos en ellos.


IV. Los libros y las prostitutas se han amado desde siempre con un un amor desgraciado.


V. Los libros y las prostitutas tienen cada cual su tipo de hombres que viven de ellos y los atormentan. A los libros, los críticos.


VI. Libros y prostitutas en casas públicas ... para estudiantes.


VII. Libros y prostitutas: raras veces verá su final quien los haya poseído. Suelen desaparecer antes de perecer.


VIII. Qué gustosa y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cómo han llegado a ser lo que son. En realidad, muchas veces ni ellos mismos se dan cuenta. Durante años se cede a todo "por amor", hasta que un buen día aparece en la calle, convertido en un voluminoso "corpus" que se pone en venta, aquello que, "por amor a la causa", nunca había pasado de ser un vago proyecto.


IX. A los libros y las prostitutas les gusta lucir el lomo cuando se exhiben.


X. Los libros y las prostitutas se multiplican mucho.


XI. Libros y prostitutas: "vieja beata -joven golfa-". ¡De cuántos libros proscritos antaño no ha de aprender hoy la juventud!


XII. Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público.


XIII. Libros y prostitutas: las notas al pie de página son para aquéllos lo que, para éstas, los billetes ocultos en la media.


Walter Benjamin. Dirección Única.


jueves, 2 de junio de 2011

Un deseo de Midori

-¿Todos los chicos que hay aquí se masturban? -Midori alzó la vista hacia la residencia.
-Es probable.
-¿Lo hacen pensando en chicas?
-Supongo que sí -dije-. No creo que haya ningún hombre que se masturbe pensando en el mercado de valores, en la conjugación de los verbos o en el canal de Suez. Imagino que la mayoría lo hace pensando en mujeres.
-¿El canal de Suez?
-Por ejemplo.
-Es decir, que piensan en una chica determinada.
-¿Por qué no se lo preguntas a tu novio? -le espeté-. No entiendo a qué viene preguntarme todas estas cosas un domingo por la mañana.
-Es simple curiosidad -contestó Midori-. Además, él se enfadaría muchísimo. Dice que las mujeres no tenemos que preguntar estas cosas.
-Es una manera de pensar muy correcta.
-Pero yo quiero saberlo. ¿Tú, cuando te masturbas, piensas en una chica concreta?
-Yo, sí. Ahora bien, no tengo ni idea de lo que hacen los demás -me resigné a responder.
-¿Y has pensado alguna vez en mí? Dime la verdad. No me enfadaré.
-No, nunca, la verdad -le respondí honestamente.
-¿Y por qué no? ¿No me encuentras atractiva?
-No es eso. Eres atractiva, eres guapa, te gusta provocar.
-Entonces, ¿por qué no piensas en mí?
-En primer lugar, porque te veo como una amiga y no puedo involucrarte en mis fantasías sexuales. En segundo lugar ...
-Hay otra persona que está presente en tus pensamientos.
-La verdad es que sí -reconocí.
-Eres educado incluso en esto -comentó Midori-. Me gusta esta faceta tuya. Pero, aunque sea una vez, ¿me incluirás a mí en tus fantasías sexuales o en tus obsesiones? Me gustaría aparecer. Te lo pido como amiga. ¡Vamos! Esto a otro no se lo pediría. Esta noche, cuando te masturbes, piensa en mí. No puedo pedírselo a cualquiera. Pero tú eres un amigo. Y luego quiero que me cuentes cómo ha ido.
Lancé un suspiro.
-Pero nada de penetración, ¿eh? Somos amigos. Mientras no haya penetración, puedes hacer lo que quieras. Pensar lo que quieras.
-No sé, la verdad ... Nunca lo he hecho con tantas restricciones -dije.
Tokio Blues (Norwegian Wood) Haruki Murakami.

Promesas de Izumo, de Terazaki Kogyo, 1899